martes, 17 de abril de 2012

El café y otras drogas

Es probable que el título de este post sea lo suficientemente disuasorio para que muchos amantes del café ni tan siquiera comiencen a leerlo.  Es lógico, pues según la cultura popular el café no es una droga o, al menos, no es tan dañina como las demás.  Personalmente no estoy de acuerdo con esta afirmación.  Permíteme explicarte mis motivos.

El café utiliza exactamente el mismo mecanismo de captación de la adicción del individuo que otras drogas.  El patrón es siempre el mismo, veamos las siguientes situaciones:

"Vaya, que sueño tengo, acabo de comer y todavía tengo que estar despejado para solucionar por la tarde los asuntos de la oficina".  O bien, "hoy he dormido dos horas menos y no puedo con mi alma, me vendría bien algún tipo de ayuda".  

Evidentemente las causas que nos llevan a tomar el primer café se van a repetir en el futuro, dado que son de lo más cotidianas.  Es por ello que acudimos tan fácilmente al café, dado que goza de una amplia implantación social, es fácilmente accesible y económicamente asequible.  Además no está mal visto y cumple una función social de relación.

Hasta ahora todo bien, porque es cierto que cuando te tomas una taza de café, sientes su agradable sabor y recibes el pequeño aporte de energía que te ayuda a sobrellevar mejor el día a día tan estresante que sufrimos.

Pero, y siempre hay un pero, yo me preguntaría ¿es realmente necesario?  Cuando el café hace su efecto, efectivamente recibes ese pequeño empujón que tanto necesitas.  El incremento de energía se realiza a costa de los recursos de tu propio organismo, por lo que sometes al cuerpo a un esfuerzo adicional.  Transcurrido un pequeño periodo de tiempo, tienes más cansancio que antes dado que han cesado sus efectos, y el cuerpo aún se está recuperando del sobre-esfuerzo.

Este mecanismo sólo opera en las primeras etapas del consumo, porque cuando éste se consolida, ocurre lo siguiente.

Lo más curioso es que el cerebro, como ocurre con otras drogas, rápidamente se acostumbra a la dependencia de la cafeína, y pronto resulta imperativo su consumo, pero no ya para experimentar un aporte de energía extra, sino tan sólo para mantener la situación de normalidad.  

El resultado final podría resultar cómico si no fuera porque afecta a muchísimas personas dependientes de esta sustancia, pero la secuencia se resume muy bien como sigue:
  1. Como estoy cansado me tomo un café porque me ayuda a estar mejor. 
  2. Ahora que estoy acostumbrado al café, necesito tomarlo para estar "normal".  Igual de "normal" que me encontraba cuando no era dependiente de él.
En esta etapa, ya ha cesado en gran medida su efecto energético.  Ahora su consumo es necesario exclusivamente para mantener el equilibrio habitual del cerebro.  Se ha producido la tolerancia a la droga.

Interesante mecanismo: antes no tomaba café, y ahora que lo tomo y estoy acostumbrado a él, necesito consumirlo para encontrarme como antes de no haberlo tomado nunca.

Con el añadido de que ahora, para poder conseguir en mismo efecto estimulante de los inicios, deberé aumentar la dosis.  Entonces el cerebro pronto volverá a generar tolerancia a volveremos de nuevo al comienzo.  Necesito un mayor consumo para recobrar la normalidad.  La misma que tenía antes de probar mi primera taza.

¿Como se sostiene esta situación?  Evidentemente gracias a su poder adictivo.  Si no sería insostenible.  La adicción tiene la habilidad de hacernos creer las cosas que no son, racionalmente pensamos una cosa y subconscientemente ocurre otra, pero no nos enteramos.   Sólo conozco una forma de que la adicción dé la cara y pase a plano consciente: Lo único que tenemos que hacer es dejar de tomar café.

Inmediatamente se desencadena la tormenta emocional y todo tipo de argumentos nos invitan a volver al consumo.  El proceso es muy similar el que describo en el post del mes pasado sobre cómo dejar de fumar http://loscafesdecalatrava.blogspot.com.es/2012/03/como-dejar-de-fumar.html

La guerra está servida.  La droga ha dado su peor cara y sale a la luz.  Ahora sólo nos queda armarnos de paciencia y prepararnos para la lucha.  Los consejos que incluía en ese post sobre como dejar de fumar resultan perfectamente válidos para este caso.

Si eres consumidor de cafeína, seguramente ya te hayas planteado alguna vez esta forma de operar, pero no está demás que te lo recuerden de vez en cuando.  Personalmente, entre las cosas que más detesto se encuentra la pérdida de libertad debida a la dependencia a sustancias adictivas.  Este puede ser un buen argumento para decidir dejarlo.


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