miércoles, 18 de julio de 2012

Las redes sociales ¿son realmente inofensivas?

Asistimos a un nuevo fenómeno social de gran calado entre la población:  las Redes Sociales.  Su uso se encuentra ampliamente generalizado entre la población joven, pero también entre muchos adultos.  Su atractivo junto con su utilidad resultan indudables, pues nos permiten estar al tanto de gran cantidad de sucesos y eventos acaecidos en nuestro entorno personal más inmediato, de una manera fácil, divertida y dinámica, y con gran capacidad de interelación.  Además, estas plataformas están permitiendo recuperar el contacto perdido con antiguos compañeros del colegio y con viejos amigos del instituto o de la universidad.   Sus aspectos positivos en el ámbito de la relación son claros.  Por su propio funcionamiento, podemos estar al tanto de todo lo que nuestros contactos deseen publicar, así como responder con comentarios, opiniones, gustos, etc.  Pero más que centrarme en sus ventajas, de sobra conocidas, me interesa mucho más destacar sus peligros.

Cuando accedemos a la red social a través de un PC o un portátil, tenemos relativamente acotado el espacio y el tiempo que dedicamos a ello, pues este tipo de acceso implica encender el equipo, conectarse y transcurrido un tiempo finalizar la sesión y desconectar el equipo, y por tanto desconectarse de la red.  Pero el problema viene cuando tenemos instalada la aplicación en el móvil.  En este caso, nos encontramos permanentemente conectados a la red, lo que supone un contacto continuo con todos los sucesos que en ella suceden.

Así, por ejemplo, podemos ver las fotos que alguno de nuestros amigos ha colgado en la red relatando su fin de semana en la playa, donde le vemos disfrutando en alguno de los locales de moda en compañía de un par de chicas exuberantes de muy buen ver.  Una publicación de este tipo, va a generar una cascada de reacciones y comentarios por parte del grupo de contactos / amigos, a los cuales responderá el propio interesado, generando de nuevo más comentarios y respuestas.  Se crea entonces un efecto en cascada sobre un tema bastante trivial, y lo más importante, se genera un flujo de información dirigido a los destinatarios con gran cantidad de mensajes por unidad de tiempo, es decir, con una frecuencia relativamente alta.  Al tener la aplicación instalada en el móvil, cada vez que algún miembro del grupo comenta algo, nos vamos a encontrar con numerosos avisos que reclaman constantemente nuestra atención, estemos donde estemos.  Estos avisos interrumpen nuestra actividad diaria, nuestra vida REAL.

Es evidente que el principal coste que debemos asumir por mantener y mejorar nuestra presencia en la red es el tiempo.

El tiempo, como recurso escaso, es susceptible de usos alternativos y si lo dedicamos en gran medida a las redes sociales, descuidaremos necesariamente otros usos del mismo mucho más productivos, ya sean relativos a nuestra formación académica, profesional o personal

El uso reiterado y generalizado de las redes sociales, siguiendo este planteamiento, podría estar causando una merma en nuestros conocimientos, en la capacidad que debemos poseer para comprender e interpretar adecuadamente nuestro entorno y en definitiva podría ser causante de una merma en nuestro espíritu crítico.  Todo ello motivado por la sencilla razón de que dedicamos menos tiempo a nuestra formación personal.

No puedo evitar relacionar el flujo de información que origina una red social en toda su plenitud, con los programas de telebasura de gran éxito mediático.  A través del programa de telebasura de moda podemos estar al tanto de todos los sucesos, opiniones y noticias que surgen de la vida de los famosos de turno.  Pues bien, la red social ha conseguido trasladar este modelo a nuestro ámbito personal, sustituyendo la vida de los famosos por la vida de nuestros amigos.  Esta es una reflexión que debería hacernos pensar.

Es decir, a través de una carcasa aparentemente inofensiva, que consiste en estar al tanto de los últimos acontecimientos que ocurren en la vida de nuestros amigos y conocidos, se está fomentando el ejercicio de un ocio vacío, totalmente improductivo, y que tiene como consecuencia un resultado perverso:   utilización de un tiempo en actividades no productivas al que debemos añadir la correspondiente adicción.  El propio sistema de retroalimenta.

En definitiva la idea de fondo que explota la propia filosofía de las redes sociales es la búsqueda de bienestar en nuestro ámbito privado.  Necesitamos tener nuestras necesidades cubiertas y buscamos la felicidad y nuestra satisfacción personal en nuestro día a día, con el mínimo esfuerzo.  Las redes sociales ocupan nuestro tiempo, nos satisfacen y nos alejan de la realidad, mediante la aplicación de un simple principio de desplazamiento.  Los verdaderos problemas quedan entonces en un segundo plano.

La red social se constituye como una potente herramienta de evasión de la realidad.  En la misma línea que el fútbol.  Nos produce satisfacción personal y permite dejar a un lado aquéllos problemas sociales cuya solución, a priori, no está a nuestro alcance.

A la vez que vemos reducido nuestro espíritu crítico, queremos tener nuestros problemas solucionados, pero no queremos resolverlos nosotros mismos.  Está claro que requiere demasiado esfuerzo, y normalmente su solución es imposible cuando actuamos individualmente.  Es un principio básico.  Para explicarlo mejor pondré el siguiente ejemplo:  sabemos que hay un ladrón de coches en el barrio.  Evidentemente todo el mundo quiere que le atrapen, pero pocos estarían dispuestos a enfrentarse al ladrón si le vieran actuando.  Para ello, delegamos nuestra responsabilidad en las fuerzas de seguridad, para que sean ellas quienes se ocupen del trabajo sucio.  Pues exactamente lo mismo ocurre con los problemas sociales y económicos que sufrimos a diario.  Nos quejamos constantemente del paro, la pobreza, las desigualdades, de la situación económica, de los sueldos, etc.  Tenemos una responsabilidad como sociedad para afrontar la solución de estos problemas, pero delegamos nuestra responsabilidad en las autoridades (políticos).  Éstos, con mayor o menor acierto, harán lo que puedan pero resulta manifiesto que reciben una gran cantidad de poder procedente de nuestras cómodas manos.

Con esto no quiero decir que el sistema sea erróneo, aunque sí mejorable, ya que hasta el momento es el menos malo de entre los existentes.  En lo que sí quiero hacer hincapié es la secuencia:  red social - consumo de tiempo - merma en la formación - espíritu crítico minorado, va a motivar necesariamente una mayor tolerancia por parte de la población a los errores de la clase dirigente.  Este es el verdadero peligro. 

Tendemos a una sociedad que se queja pero no actúa, una sociedad conformista y acomodada.  Una sociedad con menor capacidad de reacción.  Es el paraíso para el poder.