jueves, 10 de mayo de 2012

¿Por qué nos cuesta tanto superar nuestros miedos?

Interesante mecanismo el que operan los miedos en nuestra mente.  Quién no ha tenido alguna vez un susto con el coche, o le cuesta coger un avión.  Y qué me dices del miedo al agua, o a las alturas, a los espacios abiertos, etc.

Son situaciones cotidianas en las que se ven mermadas considerablemente nuestras capacidades, y todo por culpa de los miedos que muchas veces nos condicionan y otras nos anulan totalmente.

Por desgracia, nunca estamos exentos de sufrir algún tipo de accidente, con el consiguiente trauma posterior, pero lo que si tengo claro es qué es lo que se debe hacer cuando esto ocurre.

Debemos abordar dos situaciones diferenciadas, según el momento en que nos encontremos: 

  1. El suceso traumático se acaba de producir.
  2. Éste se produjo hace tiempo, conscientemente o no,  y el miedo ya se ha instalado con fuerza.

1. El primer caso, donde el suceso acaba de tener lugar, tiene fácil solución. 

Lo vemos mejor con un ejemplo:  Conducimos como todos los días del trabajo a casa, pero en esta ocasión hemos sufrido un pequeño percance.  Un insensato nos ha sacado de la carretera mediante una maniobra temeraria.  Hemos tenido que dar un volantazo para esquivarlo, y lo hemos conseguido con éxito, aunque tenemos un golpe pequeño de chapa.  Nos encontramos en el arcén con un enorme susto en el cuerpo y el pulso acelerado.  No ha pasado nada grave pero las consecuencias podían haber sido mucho mayores.  Tras comprobar los pequeños daños decidimos continuar camino a casa.

Nuestra reacción en los instantes siguientes al incidente es determinante.  Tras analizar una y otra vez el suceso en nuestra cabeza, comienza a surgir la idea de que quizás conducir sea más peligroso de lo que creíamos, y que sería más seguro utilizar el transporte público.  Este pensamiento, en otro contexto, resultaría loable,  pero en estos momentos tiene una importancia enorme.

Se trata de un anzuelo, si lo mordemos tendremos problemas.  Estamos buscando excusas para no coger el coche.  En estos momentos nos encontramos en la fase inicial, y el miedo aún es controlable por lo que debemos actuar rápido y con determinación.  Lo que debemos hacer es obligarnos a coger el vehículo tantas veces como sea necesario, hasta que cese el sentimiento de miedo que acaba de producirse.  De lo contrario, sucumbiremos al sentimiento de inseguridad, buscaremos medios de transporte alternativos y lo más preocupante, estaremos alimentando el miedo que se ramifica en nuestro interior como las raíces de un árbol. 

Nuestra actuación en los primeros momentos resultará esencial, dado que el miedo va cobrando fuerza según pasan las primeras horas, y debemos atajarlo antes de que sea mucho más difícil de controlar.  En los primeros momentos, el miedo aún es vulnerable y fácilmente manejable, pero poco tiempo después ya no será así.  De ahí la importancia de retomar de nuevo y cuanto antes la actividad que nos preocupa, de modo que no alimentemos innecesariamente el miedo que está naciendo de forma incipiente.

La utilización de esta sencilla técnica, nos ayuda a recobrar la normalidad en muy poco tiempo y con apenas esfuerzo.


2. Mención diferente merece este otro supuesto, en el cual el miedo ya se encuentra fuertemente arraigado fruto de muchos años de presencia.  En estos casos, el sentido común y la experiencia me han llevado a utilizar sencillas técnicas muy efectivas para abordar el problema.  De nuevo las expondré con un ejemplo.

En este caso nos sentimos impotentes a la hora de coger el coche.  Hace años que aprobamos el carnet de conducir, pero quizás por dejadez no llegamos a utilizar el coche con mayor frecuencia, de modo que lo fuimos dejando.  En estos momentos hemos perdido casi totalmente nuestra habilidad para conducir, y se nos despierta un miedo insuperable cada vez que pensamos siquiera en la posibilidad de ponernos al volante.

La estrategia a seguir será afrontar sucesivos retos que sean fácilmente asequibles.  Siguiendo con nuestro ejemplo, el primer paso será sentarnos en el asiento del conductor y quedarnos inmóviles unos segundos.  Después, podemos manejar los pedales, utilizar la palanca de cambios, colocar los retrovisores, en fin, familiarizarnos con los mandos del vehículo.  Pero todo ello con el vehículo parado.  Parece un reto fácil ¿verdad? de eso se trata.  Repetiremos esta operación varias veces en los días sucesivos.  Cuando nos sintamos cómodos, pasaremos a la siguiente fase.

Segunda fase.- Tras repetir las operaciones descritas en el párrafo anterior, arrancaremos el vehículo.  No tenemos que hacer más que permanecer unos minutos al volante, con el vehículo parado y el motor en marcha.  Igualmente repetiremos esta fase varios días hasta sentirnos otra vez cómodos con la nueva situación.  No olvides que no deberemos pasar nunca a la fase siguiente si no hemos conseguido normalizar la anterior.

La tercera fase será igualmente sencilla.  Partiendo de la fase anterior, arrancamos el motor y recorremos una distancia no superior a 50 metros.   Puede ser una vuelta a la manzana, al garaje o símplemente llegar a la siguiente esquina.  Obviamente habremos elegido una zona de circulación tranquila y sin tráfico.  De nuevo repetimos esta operación todos los días que sean necesarios hasta conseguir afianzar nuestra confianza.  Al fin y al cabo son tareas sencillas que nos están suponiendo poco esfuerzo incremental.  Resulta fundamental tener afianzada la fase anterior para que la nueva no nos suponga mayor problema.  Los nuevos retos siempre deben ser asequibles:  estamos sorteando nuestros miedos por la parte trasera, y paralelamente los estamos debilitando casi sin darnos cuenta.

Los siguientes pasos son fácilmente previsibles.  Siguiendo esta mecánica, deberemos ampliar gradualmente el radio de conducción, 100 metros, 500 metros, una vuelta por el barrio, de compras al centro comercial, salida a la autopista, búsqueda de aglomeraciones;  y así sucesivamente incrementaremos de forma progresiva pero de modo muy gradual el nivel de dificultad.

Como siempre, espero de verdad que estos consejos te sean de utilidad.